martes, 20 de diciembre de 2011

La imaginación no tiene límites.

Muchos de nosotros hemos querido en algún momento ser Alicia, para volar, ser de tamaño diminuto o hablar y convivir con animales y plantas. Con Alicia el país de las Maravillas, la población infantil se siente identificada ya que, no tienen claro el porqué de lo que hacen, simplemente es una rutina, y al hacer otra cosa distinta por error se sienten desorientados y con una gran curiosidad ante lo que se les presenta.
Esta obra literaria de Lewis Carroll, plasmada en la gran pantalla por la compañía Disney, la realizó basándose en juegos de lógica espacial, juegos lingüísticos y  el empleo de palabras con doble sentido; que la población infantil va seleccionando e investigando mientras observan. Poco después, aprenden a relacionar y discriminar frases, objetos y situaciones de la película con las que pueden sentirse identificados en la vida real.
Es imprescindible destacar esa interminable imaginación de Alicia, la cual la transporta a un nuevo mundo; un mundo que ella misma crea, dónde existe un gato invisible e incluso cartas que conforman la guardía del castillo. Este último aspecto se desarrolla en los niños con una simple captación de la imagen o momento de la película que a continuación reviven una y otra vez.
En fin, se trata de un mundo renovador en el que todos, adultos y niños, nos encantaría participar.

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