jueves, 22 de diciembre de 2011

Un mundo de fantasía



Historias de amor, aventuras, personas, objetos y animales que sonríen, cantan y nos cuentan sus historias a través de los clásicos de Disney, se han hecho presentes en todas las generaciones desde 1937 hasta nuestros días. Muchos de nosotros nos sentimos identificados con estos dibujos animados: yo personalmente, con La Sirenita, me encanta por su valiente historia de amor y personajes impresionantes, capaces de hacerte entender la diversidad de culturas y sentimientos en un mundo irreal y fantasioso.
La población infantil es parte de ese mundo, siendo sus principales consumidores. Estos clásicos les encantan a los niños, pero también existen muchas críticas sobre ellos, ya que muestran, en su mayoría, la perfección física o un estereotipo físico que les hace creer que deben ser así… si no lo son, se sienten inferiores o menos que los demás, convirtiéndose en un gran inconveniente para las familias y sus hijos.
Considero que las personas no somos iguales ni tenemos por qué serlo, ya que desde pequeños desarrollamos nuestra personalidad, lo que nos hace únicos y genuinos entre los demás… ¡Por supuesto que tenemos que sobresalir o ser buenos en algo! pero el no ser perfecto físicamente no quiere decir que no podamos triunfar ni que tengamos que sentirnos inferiores.  
En general, los niños por su edad no lo comprenden, y asumen, al exponerse a estos mensajes y crecer con ellos, que se trata de lo correcto, momento en el cual los padres o personas adultas que estén alrededor de los niños deben convertirse en participantes activos para enseñar y transmitir objetividad, y que no sólo se trata del físico.
Muchas veces me preguntan y me pregunto: ¿Por qué tienen esa actitud ante esa situación? He reflexionado, y según mi sentido común y experiencia en el campo de la educación infantil, pienso que los niños son el reflejo de donde son criados, es decir, son el reflejo de sus padres y familiares siendo esta la principal influencia en su desarrollo. Si el niño se desenvuelve en un espacio donde el respeto es parte fundamental de su educación, actúa con sus semejantes con ese mismo respeto; en cambio, si el niño se desenvuelve en un ambiente donde el respeto no existe, le costará respetar a sus semejantes. Es triste, pero ocurre,  ya que como dije antes, no todos somos perfectos ni tenemos por qué serlo, pero sí considero que debemos tener límites y no porque lo establezcan leyes, ni normas, ni películas de Disney; sino por nuestro sentido común, valores, educación y principios.



No hay comentarios:

Publicar un comentario